Por el Prof. Jbismarck
Florencio Varela, con su
indiscreción de periodista, anuncia públicamente en El Comercio del Plata el próximo pronunciamiento de Entre Ríos y su
liga con Corrientes para “salvar el libre comercio y la libre navegación de los
ríos. En abril de 1846, según la
srta. Bosch (panegirista de Urquiza) en su libro “Los tratados de Alcaraz” (erudito trabajo
sobre los traspiés de Urquiza durante la intervención anglofrancesa), un
comandante de la escuadra anglofrancesa, que no se nombra, llegado a Paraná
después de la Vuelta de Obligado, consideraba que “con el levantamiento del Paraguay, Entre Ríos y Corrientes contra
Rosas, este problema de la libre navegación del Paraná tendrá entonces
probabilidades de solución”. La
misma Bosch documentándose en una carta del gobernador delegado Crespo a Urquiza
del 27 de mayo revela que los comandantes
de los buques anglofranceses, en vísperas de ser escarmentados por los
argentinos en las baterías del Quebracho, "rindieron honores” a las
autoridades provinciales en Paraná el 25 de mayo y cargaron y descargaron de
los buques del convoy mercaderías por cuenta de Urquiza.
En enero de 1846 al marchar
Urquiza a Corrientes permitió la entrada y salida
de buques sin averiguar su procedencia, para disimular patrióticamente que se trataba
de los buques del convoy cuyo comercio en los puertos litorales estaba
prohibido. Urquiza y Crespo
realizaron negociados con los invasores. Después del regreso del convoy, ambos
socios siguieron su contrabando con Montevideo con anuencia de los bloqueadores.
Sin haber declarado aún la independencia de la república de la
Mesopotamia, Urquiza y Crespo actuaban comercialmente como si pertenecieran a
un estado neutral en el conflicto de la Confederación Areentina con Gran
Bretaña y Francia
En mayo, mientras Rosas daba instrucciones a
Urquiza para aceptar en la Federación, “si era digno”, a Madariaga, y la Gaceta
Mercantil publicaba el 11 de mayo un elogioso editorial “sobre la buena
inteligencia para reingresar en la Confederación” del gobernador de Corrientes,
Madariaga escribe a Urquiza el 4 del
mismo mes mostrando que los dos están en otra cosa: “Ahora no trepido en asegurarle
que mis deseos tienden a que el Entre Ríos y Corrientes formemos una masa
indisoluble de la que V. debe persuadirse que será el primer hombre”. En la
misma fecha Juan Madariaga incitaba a Urquiza a la demorada independencia de la
Mesopotamia: “Nada hay que embarace a V.E. a no desperdiciar la más bella de
las ocasiones para que con elevada gloria obtengamos la dicha y sólida paz, que
dé un venturoso porvenir a estos países”.
Madariaga, aliado de Paraguay,
debe informar a López del paso que va a tomarse. En abril había mandado a Juan
Bautista Acosta a Asunción para “acordar con el presidente López una pronta
contestación a Urquiza en términos conducentes a desprenderlo del tirano a
quien sirve , explicar la cesantía de Paz, pedir se aumentase el contingente
paraguayo a 5.000 infantes y 3.000 de caballería.
Urquiza
no se resolvía a “pronunciarse”, indudablemente porque el 4 de junio la
escuadra anglofrancesa recibió el castigo del Quebracho y no parecía dispuesta
a arriesgarse otra vez al norte del Paraná. El 16 Joaquín Madariaga quiere
quitarle dudas:
"Nada recele de la
intervención. Al contrario sus miras nos son favorables en cuanto al deseo de
abrir nuestros canales al libre comercio que Buenos Aires ha monopolizado por
tantos años. Considere Vd. a qué altura pueden llegar Entre Ríos y Corrientes
gozando de esa franquicia en media docena de años de paz y de unión ¿qué será a
la vuelta de doce y más allá? .. . Animo, pues, general: deseche de su grande
alma mezquinos escrúpulos que no deben encadenarla, porque le privarían del
destino permanente y glorioso a que es V. acreedor por lo mucho que puede hacer
en pro de nuestra patria”.
En la misma fecha Madariaga presenta a Urquiza un plan: “Entre
Ríos y Corrientes convienen en separarse de la Confederación Argentina hasta
que ésta, en perfecta paz y libertad, reúna un congreso general que se dé su
constitución, etc. Ambas provincias se conciertan para propender a ese objeto con todo su poder e influencia. El gobierno
de Entre Ríos será el encargado de
las relaciones exteriores”.
La Mesopotamia no aparecería
desgarrándose de la Argentina sino separándose provisoriamente hasta que se
reuniese el congreso que Rosas no quería reunir. Mientras tanto, en uso de su
soberanía Entre Ríos y Corrientes establecerían la libre navegación y el libre
comercio con Inglaterra y Francia, y apoyadas en ellas resistirían la agresión
de Rosas. No tuvo lugar. Urquiza mandó
otra vez a Juan Castro a explicar a
Rosas que “había probabilidades de
llegar a un arreglo con D. Joaquín Madariaga” sobre las bases propuestas por
Rosas, pero los salvajes unitarios trabajaban mucho en Corrientes para inducir
a Madariaga a que forme una República separada de la Confederación"
Aprovechaba
para quejarse de Echagüe, que desde Santa Fe informaba a Rosas de los
negociados con el convoy y que Urquiza trataba de separar a Entre
Ríos de la Confederación. Tras
repetidos mensajes verbales llevados en junio y julio entre Madariaga y Urquiza por los coroneles José
Antonio Madariaga y Benjamín Virasoro (correntino al servicio de Entre Ríos)
quedó convenido el pronunciamiento indirecto. Corrientes ingresaría aparentemente
a la Confederación, pero en un pacto secreto se reservaría derechos que Rosas
no podría admitir, forzándolo a rechazar el tratado. Ante esa intolerancia, Corrientes y Entre Ríos
se separarían “provisoriamente” de la Confederación en la forma indicada por
Madariaga en su carta del 16 de junio.
Sin haber recibido las
instrucciones de Rosas, el 13 de agosto Madariaga y Urquiza se entrevistan en
Alcaraz, territorio de Entre Ríos. El mismo día Urquiza pasa una inocente nota
a Madariaga acreditando a José Miguel
Galán “para acordar y convenir con V.E. los medios adecuados al
restablecimiento de la paz y armonía entre Corrientes y la Confederación
Argentina”.
Eran dos los tratados. El
público establecía:
1) Paz entre ambas provincias y las demás de la Confederación.
2) “Olvido absoluto” del pasado.
3) Corrientes aceptaba el Pacto Federal y volvía a la
Confederación.
4) Autorizaba al gobernador de Buenos Aires a manejar las
relaciones exteriores.
Hasta ahí un tratado corriente
que nadie podía objetar, salvo la formalidad de no hacerse invocando la
representación de Rosas. El veneno
estaba en el tratado secreto, firmado en la misma fecha, que condicionaba el
reingreso de Corrientes a la Confederación Argentina a tres premisas:
1) La “obligación de resistir cualquier invasión extranjera” del
artículo 2 del Pacto Federal, no regiría para la provincia "en la presente
guerra contra el Estado Oriental» en las diferencias actuales con los gobiernos
de Inglaterra y Francia”.
2) No habría extradición de criminales, sino para quienes cometiesen
delitos posteriores a la ratificación .
3) El tratado con Paraguay “así como las relaciones de esta clase
que tiene establecidas con los Estados vecinos (la R. Oriental) continuarán en
el estado en que hoy se hallan, hasta que llegue el caso de los arts. 15 y 16
del referido tratado (la reunión del congreso general federativo) o que los
altos intereses de la Confederación Argentina exijan otros arreglos a ese
respecto”.,
El
tratado secreto anulaba al público. Corrientes mantenía el pacto
con Paraguay contra el tirano de Buenos Aires” y sus convenios con el gobierno
de Montevideo contra Rosas, y se desligaba de toda obligación de contribuir a
la defensa por la agresión anglofrancesa. Es
decir: no había incorporación de Corrientes al Pacto Federal. No era necesario
conocerlo a Rosas para descontar el estruendoso rechazo.
El tratado público fue
comunicado por Urquiza a los gobernadores de provincias como gran
acontecimiento nacional. Como aseguraba
haberlo concertado conforme a las instrucciones de Rosas, las provincias lo
festejaron.
La primera noticia de Alcaraz
en Buenos Aires se tuvo por un transparente de la Sala de Comercio británico
del 25 de agosto. Todavía estaba en Buenos Aires el comisionado de Urquiza,
Juan Castro, a quien Arana había dado precisamente las instrucciones para que
Urquiza firmase el pacto en nombre de la Confederación. Castro, de buena o mala
fe, fue el primer sorprendido. El 26 de
agosto llegó a Buenos Aires Galán con los textos de ambos tratados y una carta de
Urquiza a Rosas recomendando a Madariaga “por su franqueza, honradez y
patriotismo”.
En Montevideo se supo
perfectamente qué había detrás del convenio. El 29 de febrero de 1848 Manuel
Herrera y Obes, ministro de relaciones exteriores de Montevideo, escribiría a
Andrés Lamas, enviado en Río de Janeiro: “Si
usted calcula que el Imperio se prestará a la planificación de nuestros
proyectos, recomiendo a usted mucho la insistencia en que el Paraná sea el
límite de la. República Argentina, y que para obtenerlo asuma el Brasil la
iniciativa del pensamiento en los próximos arreglos. Urquiza, téngalo usted por
cierto, acepta, desde luego, la proposición. Yo se lo garanto a
usted",
A
poco de despachado Galán a Buenos Aires, llegó a Entre Ríos una información que
obligará a Urquiza a dar marcha atrás en el pronunciamiento y la segregación
proyectada. A lo menos por el momento.
Estaba en Buenos Aires, desde
los primeros días de julio, el ex cónsul británico en Montevideo Tomás Samuel
Hood y había venido a tratar con Rosas y Oribe nada menos que el retiro de la
intervención. La noticia llegó a Entre Ríos cuando Galán estaba ya rumbo a
Buenos Aires con las malhadadas cláusulas de Alcaraz en la cartera; el 26 llegaba
Hood a Buenos Aires. Al encontrar en retirada la intervención anglofrancesa, Galán debió confesar que en Alcaraz “se había
hecho un barro” y trató de borrar con el codo lo escrito con la mano. La misión Hood hizo fracasar, pues, la
segregación de la Mesopotamia.
Bibliografía
Bosch, Beatriz "Los Tratados de Alcaraz"
Castello Antonio Emilio Historia de Corrientes
Galvez Manuel "Vida de Don Juan Manuel de Rosas"
Palacio Ernesto "Historia Argentina"
Rosa José María "Historia Argentina"