Rosas

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sábado, 10 de octubre de 2020

Marcos Paz: los problemas políticos frente a la muerte del vicepresidente

Por Antonio Marcos

En la noche del 2 de enero de 1868, en medio del mayor pico de mortalidad (con un promedio de 90 muertos por día), Guillermo Rawson -para entonces Ministro del Interior- escribía al Presidente Bartolomé Mitre, quien se encontraba desempeñándose como Comandante General de los Ejércitos Aliados en guerra con Paraguay:

Mi querido presidente y amigo: Ayer le escribí avisándole la enfermedad del vicepresidente y el favorable camino que seguía. Pero desde esta madrugada se ha agravado de tal suerte, que apenas tengo esperanzas de salvarle la vida.  Llego en este momento (11 de la noche) de San José de Flores, donde él está. Los síntomas del cólera se han desarrollado en una forma de las más alarmantes, sigue la profunda postración y se le presenta un síntoma, la hemorragia del estómago, que he mirado siempre como fatal.  Casi a todas horas estoy a su lado, y continuaré así hasta que se decida la suerte de este amigo. Entretanto, es preciso que usted se prepare a venirse inmediatamente, si por desgracia llegase a fallecer el Dr. Paz. No sé lo que haremos en ese caso para dar movimiento a la maquina mientras usted llega. Nos inspiraremos de las circunstancias provisoriamente.  Si esa funesta novedad ocurre, se lo avisaré a usted sin pérdida de un momento por un vapor expreso.    Su afmo. amigo - G. Rawson

Por la mañana, Rawson envió otra carta a Mitre desde el pueblo de San José de Flores, confirmándole que “sigue gravísimo el estado del Dr. Paz. Creo que no pasará el día de hoy. He mandado preparar un expreso para que lleve a usted la triste noticia, en caso de verificarse”. Lejanas quedaban las expectativas de este médico y Ministro del Interior, que algunos días antes diagnosticaba una convalecencia leve ante lo que él entendía había sido “una colerina que amenazaba por momentos tomar formas y proporciones muy alarmantes”. Al momento de su muerte, la ciudad semidesierta se cubrió de nuevas escenas y actores: médicos y visitadores domiciliarios, fogatas de alquitrán en las esquinas, casas cerradas, enfermos por las calles y carros fúnebres en dirección al recientemente creado Cementerio del Sur y también al Cementerio de la Recoleta.  De acuerdo con la prensa, su muerte aconteció a las 13 horas -algunos como La Tribuna afirmaban que fue a las 12 horas-. La conmoción principal fue política: no había en la Constitución Nacional un sucesor directo del Vice presidente en ejercicio si éste fallecía.    Si bien el artículo 72 de la Constitución Nacional de 1853 aludía a un procedimiento de sucesión, que consistía en que el Congreso Nacional dictaminara un funcionario público provisorio en caso de renuncia o muerte del vicepresidente y el presidente “hasta que haya cesado la causa de la inhabilidad o un nuevo presidente sea electo”, la muerte de Marcos Paz ocurría mientras el Congreso Nacional estaba en receso.  Esto significaba que la posibilidad de reunir a los diputados y senadores de las distintas provincias se volvía una tarea que podía requerir semanas, dado que muchos de ellos volvieron a sus provincias natales, lo que abría un frente de inestabilidad política muy agudo.  Los funcionarios y aliados políticos enviaron cartas a Mitre explicitando “una verdadera urgencia en que usted venga a ponerse al frente del Gobierno”.  Ante ello, los ministros del Poder Ejecutivo Nacional emitieron un decreto informando que se conformarían en un Consejo de Gobierno hasta la llegada del presidente. Luego de esta resolución, se reunieron con Adolfo Alsina, gobernador de la provincia de Buenos Aires, en una búsqueda evidente de consenso entre sectores enfrentados políticamente, dado que para entonces, estaba abierta la carrera a la sucesión presidencial de 1868, y Alsina especulaba con una candidatura a la presidencia.  Esta inusual situación política no pasó desapercibida para otras figuras nacionales.   En la correspondencia que el General Urquiza mantenía con sus jefes políticos de Entre Ríos y con contactos en Buenos Aires, aparece claramente la especulación de tomar partido político de la crisis institucional por la que atravesaba el gobierno nacional a raíz del cólera. En una carta del 4 de enero, Carlos Olhsen le informaba a Urquiza la terrible situación por la que estaba atravesando Buenos Aires, avisándole que “...un vapor debe ir hoy en busca de Mitre, y por cierto, creo verdaderamente que de necesidad tendrían todos que llamar a S.E [Urquiza] por el arreglo de la horrible situación del País.  Ni otro que Ud., se cree, podrá arreglarlo”.  En otra misiva, enviada por el jefe político de Concepción del Uruguay el 6 de enero, resumía muy claramente el problema institucional y las especulaciones entrerrianas:  La muerte de Paz ha dejado en completa acefalia al gobierno hasta que venga a ocuparlo Mitre; y si el cólera nos hiciese el favor de llevarse a éste último, tendrían las provincias que asumir su soberanía.  Como quiera que sea, la muerte de Paz trae un conflicto porque produce una situación enteramente nueva. Por el pacto tratado le corresponde el mando en Jefe del Ejército aliado al jefe del país más inmediato al Teatro de la Guerra. ¿Cómo se hace para que Mitre esté en dos partes al unisonó? De manera que el cólera se insertaba profundizando y reconfigurando tensiones políticas que presagiaban un retorno a los conflictos armados entre las provincias, dado que dos de las figuras nacionales más importantes (Urquiza y Alsina) se presentaban como candidatos con proyectos de Estado enfrentados entre sí.    Los 16 días desde la muerte de Paz hasta el arribo de Mitre a Buenos Aires, estuvieron signados por un clima político tensionado por la precariedad de la estructura de gobierno del Poder Ejecutivo y de las aspiraciones y competencias políticas.   Se enviaron doce jefes y oficiales del ejército a la casa del Dr. Paz para que hagan guardia de honor con una compañía de infantería del primer regimiento de Guardias Nacionales de la Ciudad.  Se decidió realizar una salva fúnebre de cinco cañonazos, disparando además un tiro cada cuarto de hora, hasta que tenga lugar la inhumación. También se citó a todos los empleados de la nación a la estación del Ferrocarril del Oeste, donde junto con la Guardia Nacional de la Ciudad y la Brigada de Artillería, acompañarían el cuerpo hasta el cementerio de la Recoleta. Por último, todos los empleados de la administración nacional llevaron luto durante ocho días. Al mismo tiempo, los regimientos militares brasileros, uruguayos y argentinos acantonados en el frente bélico demostraron idénticas muestras de duelo al tener sus banderas a media asta por 24 horas, portar las armas a la funerala, y realizar una misa en honor del Vicepresidente.  Se celebró en el Templo de Flores un oficio fúnebre ofrecido por el sacerdote local; luego siguió una misa de cuerpo presente.    Promediando las tres y media de la tarde el convoy fúnebre ingresaba al cementerio de Recoleta, y el cadáver fue conducido nuevamente a pulso hasta la capilla. Sobre la tumba, Guillermo Rawson y Héctor Varela pronunciaron discursos alusivos. En cuanto a La Nación, el diario que resumía y defendía las principales ideas del mitrismo, fue mucho más sobrio, demostrando una división interna dentro de este movimiento. Al dar aviso de su muerte, exponía “… Adversarios de aquel magistrado [Paz],… y habiendo deseado su separación del mando, podemos sin embargo deplorar con sinceridad el golpe que hiere a un ciudadano en su individualidad y a una familia en su jefe y en su apoyo”. Esta división interna se había acrecentado con el revés en el frente paraguayo, sumado a la cercanía de las elecciones presidenciales. Marcos Paz tuvo  enfrentamientos con el General Gelly y Obes, y también con Rufino de Elizalde, el candidato de Mitre para sucederlo en la presidencia.   Estos enfrentamientos se tradujeron en una polémica decisión de Paz de presentar su renuncia al cargo de Vicepresidente en dos oportunidades, a fines de septiembre de 1865 y también hacia junio de 1867, lo que mostraba posturas irreconciliables hacia adentro del movimiento.   Los funerales de Estado no podían prescindir de la multitud. 

Finalmente, el fallecimiento de Paz dejó abierto el debate sobre la necesidad de proveer y estipular claramente mecanismos institucionales para la sucesión del poder.

Si bien desde 1866 se debatía en el Congreso Nacional la reforma del artículo 75 de la Constitución Nacional, el proyecto presentado y aprobado en el Senado no lo fue en la Cámara de Diputados, y para fines de 1867 el debate estaba estancado. Luego de la muerte de Paz, el Senado nuevamente dio forma a un proyecto de ley de acefalia en el mes de mayo, y el 19 de septiembre -a menos de un mes de la asunción de Sarmiento como nuevo presidente- se debatió y sancionó en el congreso la Ley Nº 252. Esta establecía que en caso de ausencia del Presidente y Vicepresidente de la Nación, el Poder Ejecutivo sería desempeñado en primer lugar por el Presidente Provisorio del Senado, en segundo lugar por el Presidente de la Cámara de Diputados, y a falta de éstos, por el Presidente de la Corte Suprema. 

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