Por el Prof. Jbismarck
Injuriada o ensalzada hasta
elevarla al heroísmo, la figura de Elisa Alicia Lynch ha pasado a la historia
del Paraguay y de América sin tonos menores, porque su destino fue al fin de
cuentas, participar en la epopeya de su pueblo. Era irlandesa y había nacido en 1833 en el
seno de una familia honorable y pudiente.
En París se inició el romance con
López que tendría fin 15 años después, en Cerro Corá. En 1855 nació el primer
hijo, Francisco Solano. El 6 de agosto de 1856, Corina Adelaida, que murió el
14 de febrero del año siguiente. Después vinieron Enrique Venancio, Carlos
Honorio, Federico Llovd y Leopoldo, muerto en alta mar en 1870, cuando regresaba
a Europa con su madre. Durante la guerra de la Triple Alianza, Elisa Alicia
Lynch no sólo acompañó al mariscal López en toda la ruda y larga campaña, sino
que realizó trabajos de cirujana en los hospitales de sangre. Se recuerda así
su labor de enfermera en la sangrienta batalla de Pykysyry. El 19 de marzo de 1870, en la
trágica jornada en que fueron muertos el mariscal López y su hijo mayor
Francisco (que había salido espada en mano para defender a su madre), madame
Lynch cavó con sus manos, ayudada por sus hijos, las fosas destinadas a sus
seres queridos.
Al término de la guerra, el
gobierno surgido en Asunción la acusó de haber llevado consigo grandes riquezas
materiales, lo que fue desmentido por el inventario que hicieron oficiales
brasileños sobre los objetos hallados en su carruaje el día de la muerte del
mariscal López. Para el ministro estadounidense en Asunción, coronel Mac Mahon,
madame Lynch fue una mujer sumamente
calumniada por la prensa de Buenos Aires, que le echó en cara "toda suerte
de inmoralidades” Según Carlos
Guido Spano, fue una heroína, que llegó con su compañero hasta la tumba e hizo
cuanto le fue dado hacer, con una energía asombrosa. “Fue una gran mujer, hermosa y muy inteligente —dice el poeta porteño—.
Cuando se dirigió al Paraguay, antes de la guerra, fue aquí muy agasajada por
nuestra mejor sociedad. Despues pasó otra vez por Buenos Aires en medio de
la mayor indiferencia de todos. Yo fui el único que la visitó". Roberto
Cunnimghame Graham recuerda: "La vi
varias veces en Londres, en 1873 y 1874, subiendo a su carruaje en la casa que
ocupaba. Todavía se conservaba buena moza y muy distinguida” En los últimos años, madame Lynch
vivió en París, en el Boulevard Pereire 54, donde murió el 25 de julio de 1886.
Sus restos fueron llevados dos días después a un panteón del cementerio de Pere
Lechaise. Sus cenizas se conservan en una urna en el Museo Militar de Asunción
No hay comentarios:
Publicar un comentario