Rosas

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viernes, 12 de febrero de 2021

Elisa Lynch

 Por el Prof. Jbismarck

Injuriada o ensalzada hasta elevarla al heroísmo, la figura de Elisa Alicia Lynch ha pasado a la historia del Paraguay y de América sin tonos menores, porque su destino fue al fin de cuentas, participar en la epopeya de su pueblo.   Era irlandesa y había nacido en 1833 en el seno de una familia honorable y pudiente.  

Cuando tenía 17 años se casó con el doctor Javier de Quatrefages, alto funcionario francés con quien vivió tres años en París y en Argelia. Separada de su esposo, se fue a vivir con su madre y una familia amiga de Dublln a París. En este tiempo conoció al joven general Francisco Solano López, llegado a Francia en 1854. Sobre las circunstancias de su primer encuentro todo lo que se sabe es novela y leyenda, pero no historia.  Madame Lynch se defendió una vez de quienes dieron su propia versión sobre su pasado. "Los que se han empeñado en presentarme como una mujer de mala vida en París —escribió—, se encuentran descubiertos ante la evidencia de lo que dejo referido, porque falta materialmente el tiempo para que yo haya podido entregarme a esa vida licenciosa que se ha pretendido atribuirme.”

 
En París se inició el romance con López que tendría fin 15 años después, en Cerro Corá. En 1855 nació el primer hijo, Francisco Solano. El 6 de agosto de 1856, Corina Adelaida, que murió el 14 de febrero del año siguiente. Después vinieron Enrique Venancio, Carlos Honorio, Federico Llovd y Leopoldo, muerto en alta mar en 1870, cuando regresaba a Europa con su madre. Durante la guerra de la Triple Alianza, Elisa Alicia Lynch no sólo acompañó al mariscal López en toda la ruda y larga campaña, sino que realizó trabajos de cirujana en los hospitales de sangre. Se recuerda así su labor de enfermera en la sangrienta batalla de Pykysyry.   El 19 de marzo de 1870, en la trágica jornada en que fueron muertos el mariscal López y su hijo mayor Francisco (que había salido espada en mano para defender a su madre), madame Lynch cavó con sus manos, ayudada por sus hijos, las fosas destinadas a sus seres queridos.

Al término de la guerra, el gobierno surgido en Asunción la acusó de haber llevado consigo grandes riquezas materiales, lo que fue desmentido por el inventario que hicieron oficiales brasileños sobre los objetos hallados en su carruaje el día de la muerte del mariscal López. Para el ministro estadounidense en Asunción, coronel Mac Mahon, madame Lynch fue una mujer sumamente calumniada por la prensa de Buenos Aires, que le echó en cara "toda suerte de inmoralidades”      Según Carlos Guido Spano, fue una heroína, que llegó con su compañero hasta la tumba e hizo cuanto le fue dado hacer, con una energía asombrosa. “Fue una gran mujer, hermosa y muy inteligente —dice el poeta porteño—. Cuando se dirigió al Paraguay, antes de la guerra, fue aquí muy agasajada por nuestra mejor sociedad. Despues pasó otra vez por Buenos Aires en medio de la mayor indiferencia de todos. Yo fui el único que la visitó". Roberto Cunnimghame Graham recuerda: "La vi varias veces en Londres, en 1873 y 1874, subiendo a su carruaje en la casa que ocupaba. Todavía se conservaba buena moza y muy distinguida”       En los últimos años, madame Lynch vivió en París, en el Boulevard Pereire 54, donde murió el 25 de julio de 1886. Sus restos fueron llevados dos días después a un panteón del cementerio de Pere Lechaise. Sus cenizas se conservan en una urna en el Museo Militar de Asunción

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