Por Enrique Díaz Araujo
Repitiendo antiguas consejas, los chatarreros aseveran que San Martín en el Perú se dejó estar sin combatir.Ya sea por sus vicios alcohólicos o de drogadicción, por sus voluptuosidades con Rosita
Campusano, por el regodeo con el lujo limeño, o por sus arreglos masónicos con los militares españoles, lo cierto es -dicen que se mantuvo inactivo, sin librar batallas decisivas para vencer el poderío realista. Tal vez ellos no lo sepan, pero fue el mismísimo Lord Filibustero Cochrane, quien lanzó esa especie, alegando que San Martín vivía inactivo «sahumándose vanidosamente con el incienso del Protectorado».
A este respecto, daremos una sola y breve información. El Coronel Leopoldo R.Ornstein, en su estudio sobre la guerra terrestre en el Perú, apunta que el Virrey Pezuela contaba con:
«Un ejército de 6.244 hombres de las tres armas en Lima, a órdenes directas del Virrey.
Un ejército de 6.000 hombres, aproximadamente, en el Alto Perú, al mando del general Juan Ramírez...Un ejército de reserva de 1.380 hombres en Arequipa, bajo el comando del general Mariano Ricafort.
Además, guarnecían las provincias del norte unos 3.000 hombres y cubrían la costa diversos destacamentos, emplazados en una extensión de más de 1.000 kilómetros y cuyos efectivos sumaban
1.263 hombres.
El total de las fuerzas realistas del Perú, incluyendo las unidades milicianas y la guarnición del Callao, ascendía a 23.000 hombres». El General Ernesto Florit, fundado en los datos recopilados
por el Coronel Carlos A.Salas, ofrecía una pequeña corrección, a saber:
«Pezuela había formado tres agrupaciones de defensa costera (al Norte, entre Guayaquil y Trujillo, 3.100 hombres; en el centro, entre Supe, Lima y Pisco, 11.384 hombres; al Sud, entre Acari, Arica y Arequipa, 2.438 hombres), más una agrupación de seguridad en el Alto Perú ( 6.200 hombres) ... total 23.122 hombres
Bueno: 23.000 Ó 23.122 eran las fuerzas terrestres del Virrey. ¿Cuáles eran las de San Martín?
Según el Coronel Ornstein, 4.314 hombres; conforme al General Florit, 4.118 hombres.
Es decir, que si tomamos como números redondos 23.000 y 4.200, obtenemos una proporción de 5,4 veces de superioridad de los realistas sobre los patriotas. Esto, claro, sin contar la acción
de las «tercianas» o fiebre amarilla en el campamento del Huaura, que redujo casi a la mitad los efectivos patriotas (cuyas filas debieron ser rellenadas con reclutas negros libertos de las haciendas
peruanas, de escaso valor combativo). Entonces, digamos con mero sentido común, que si uno se
halla en una situación de cinco veces de inferioridad respecto de su enemigo, algún tipo de cautela debe tener. Eso es, precisamente, lo que le dijo San Martín a O'Higgins, en su carta del 23 de
diciembre de 1820: «Yo me voy con pies de plomo, sin querer comprometer una acción general. Mi plan es bloquear a Pezuela... con paciencia y sin precipitación...».
Más explícito, en una carta probablemente enviada en 1843 en respuesta a preguntas del General William Miller, el Libertador explicaba los objetivos de su plan peruano, y acotaba:
«pero nunca entró en el cálculo del general San Martín, con las fuerzas que se componía el ejército y el estado de disciplina, ya corrompida por las revoluciones de las Provincias Unidas y los partidos de Chile, atacar, a viva fuerza, la capital del Perú». Esa es la base fáctica del tema castrense.
Sin embargo, corno los chatarreros saben del arte militar lo que nosotros de capar monos, se hacen eco de los infundios más descabellados. Por eso, quedan en ridículo, vuelta a vuelta.
una explicación de sentido común
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