La censura de prensa, la
persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el
asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió
combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de
expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor
y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario
de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en
documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son
errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son
calamidades. El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un
gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como
ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por
elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que
ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino
la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que
ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el
gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el
programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de
los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del
pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes
invocan tan a menudo. Invirtiendo ese camino han restaurado
ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el
desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la
Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente
prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e
implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
Quince
mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados
son la cifra desnuda de ese terror (1977).
Colmadas las cárceles ordinarias,
crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de
concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador
internacional.
El secreto militar de los procedimientos, invocado como
necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en
secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio. Más
de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente en
este último año.
En
otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado
porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado
que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a
su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes
a la tortura de su límite en el tiempo.
Como el detenido no existe, no hay
posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue
respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta
de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los
métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las
articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos
y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos.
El potro, el torno,
el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales
reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino",
el soplete de las actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas
concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica
todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta,
intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información
se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso
de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad
que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
La negativa de esa Junta a publicar los
nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática
ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el
pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se
amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un
libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción
internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el
carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a
las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba
en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía
de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre
del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la
explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones
en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su
mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva
abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la
política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos
rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros,
opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la
balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres"
que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam
El remate de guerrilleros heridos o
capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los
comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y
sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados
conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de
circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3
de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23
muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos. Más de cien
procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato
oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la
guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva
estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según
la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del
momento. Así ha ganado sus
laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes
del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba,
después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en
variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin
pudor.
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el
6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer
Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos
episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política
misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones
de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como
miembros de la Junta de Gobierno.
Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en
secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de
cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a
otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus
propias fuerzas.
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y
octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de
torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en
el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años,
Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región
anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un
verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba
en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron
la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.
Treinta
y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en
San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco
a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de
Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora. En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas
herederas de las 3 A
de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones
militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros
al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea, sin que se
enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la
Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre
"violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre
"dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido
el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general
Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del
general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de
asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos
democráticos en Chile, Boliva y Uruguay. La segura
participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID,
como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la
autoridad de Mr. Gardener Hathaway, StationChief de la CIA en Argentina, es
semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad
internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de
esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez,
en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global
fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas. Este
cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el
asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba
los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa
Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario
denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios
internacionales. A la luz de estos episodios cobra su
significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes:
"La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se
realiza más allá del bien y del mal".
Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo
civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al
pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que
ustedes incurren.
En la política económica de ese gobierno debe buscarse no
sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a
millones de seres humanos con la miseria planificada. En un año han
reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su
participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de
labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando
así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos
coloniales. Congelando salarios a
culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo
toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones
internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%
prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las
relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los
trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos,
secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron
muertos, y en otros no aparecieron.
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este
primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa
más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas
populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil
supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas;
enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las
cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan.
Como si esas fueran metas
deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública
a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales
gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al
éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta
andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que
semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de
habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las
industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras
convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares
y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas
sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus
residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado
es prohibir a la gente que se bañe. Tampoco en las metas
abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han
sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%,
una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual
del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó
al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas
mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia. Mientras
todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta
disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil
ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones
argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas
plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos
Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un
director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos
militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni
desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la
actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por
guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se
aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política
económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja
oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de
monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices,
la U.S. Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro
Martínez de Hoz.
Un aumento del 722%
en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la
restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el
credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda:
"Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan
insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".
El espectáculo
de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar
sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la
noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda
loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple
que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno
que venía a acabar con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina.
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina.
Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes
son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al
servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser
nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de
hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general
Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida,
aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran
sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra
que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas
formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del
pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del
estrago causado y la revelación de las atrocidades
cometidas.
Estas son las reflexiones que en el primer
aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de
esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido,
pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en
momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I.
2845022 Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
Rodolfo Walsh:Nació el 9 de enero de 1943. Autor de cuentos
y relatos policiales, precursor del Nuevo Periodismo, fue autor de
"Operación Masacre", "¿Quién mató a Rosendo?", "El caso
Satanovsky". Además de sus relatos agrupados en "Diez cuentos
policiales", "Variaciones en rojo", "Los oficios
terrestres", "Un kilo de oro", "Un oscuro día de
justicia", presentó en 1965 las piezas teatrales "La granada" y
"La batalla". Colaborador de las revistas Leoplán, Vea y Lea,
Panorama, Primera Plana, Semanario Villero, de las editoriales Hachette y Jorge
Alvarez y los periódicos Mayoría y Noticias, creó y dirigió el semanario CGT y
participó de la gestación y primeros pasos de la agencia cubana Prensa Latina
y, años más tarde de la clandestina ANCLA. Su temprano compromiso político se
evidenció en su paso por la Alianza Libertadora Nacionalista y, décadas más
tarde, en su participación en la CGT de los Argentinos y su incorporación al
grupo armado FAP y, posteriormente, a Montoneros.
Bajo el golpe de Estado encabezado por Jorge Videla, crea la Agencia Clandestina de
Noticias (ANCLA). "Reproduzca esta información, hágala
circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente.
Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones
quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el
aislamiento. Vuelva a sentir la
satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular
esta información."El 29 de setiembre de 1976 muere en un
enfrentamiento su hija Vicki. Tenía 26 años, una hija y era militante de
Montoneros. Muere también su amigo Paco Urondo en Mendoza, perseguido por
fuerzas militares conjuntas.El 24 de marzo al cumplirse un año de la dictadura,
envía su famosa "Carta Abierta de
un escritor a la Junta militar" a las redacciones de los diarios, y nadie
la publica. El 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16, Walsh es secuestrado
por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado
por el oficial de Inteligencia García Velasco. Sobrevivientes de la ESMA le
acercaron a su hija Patricia Walsh una versión de lo sucedido. Según esa
versión Rodolfo debía ser tacleado por
el oficial de Marina y ex rugbier Alfredo Astiz, quien falló en su intento.
Esto generó una momentánea confusión que permitió a Rodolfo gatillar el
revólver calibre 22 que guardaba en la entrepierna. Así hirió a uno de sus
agresores, que quedó rengo (a fines del 77 ese hombre fue galardonado con una
medalla en una ceremonia secreta de la ESMA).
El 25 de marzo de 1977 asesinan al hombre que decidió para siempre ser "fiel al compromiso de dar
testimonios en tiempos difíciles". Desde entonces se encuentra desaparecido
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