Por Ignacio Cloppet "Miembro del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas", *Miembro de la Academia Argentina de la Historia, Autor de “Perón Íntimo. Historias Desconocidas”
Esta semana se cumple un aniversario del asesinato del Padre Carlos Mugica. Su tumba está en la Villa 31. Y es un símbolo de la opción por los pobres. El 11 de mayo se cumplió 46 años del asesinato del P. Carlos Mugica. Nació en Buenos Aires el 7/10/1930. A los 21 años ingresó al seminario Metropolitano de Buenos Aires, siendo ordenado sacerdote el 20/12/1959 en la Catedral porteña. Como novel sacerdote inició su misión con Mons. Juan J. Iriarte en Santa Fé. Luego regresó a Buenos Aires para asesorar a jóvenes universitarios y enseñar teología en la Universidad del Salvador. En 1964 desde la Parroquia Santa Rosa de Lima comenzó a ayudar a familias con pocos recursos y desarrolló una acción pastoral en la Villa del Puerto. Esto provocó su acercamiento definitivo al Peronismo.
En 1966, fue capellán de los grupos misioneros estudiantiles en el norte de Santa Fe. Allí conoció a tres jóvenes del Nacional Buenos Aires: Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Firmenich, quienes luego fundarían Montoneros. Fue uno de los sacerdotes que el 31/12/1967 adhirieron al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Al poco tiempo se produjo una escisión, pues había un sector de sacerdotes tercermundistas más radicalizados que adherían a la lucha armada. En cambio, hubo quiénes tuvieron posturas más moderadas. Entre ellos está Mujica, que se alejó de la justificación teológica de la violencia armada. Así pues, junto a otros sacerdotes crearon la "Teología del Pueblo", corriente teológica nacida en la Argentina tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín, que ha influido en el pensamiento de Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco. Entre las principales figuras se destacan Alberto Methol Ferré, Lucio Gera, Juan Carlos Scannone, Eduardo de la Serna y Carlos María Galli. La Teología del Pueblo toma la «opción preferencial por los pobres» de la Teología de la Liberación, pero se diferencia de ésta por no centrarse en la «lucha de clases», sino en las nociones de «pueblo» y «antipueblo», y las peculiaridades que toman las luchas populares y la cultura en América Latina, que es ante todo una “comunidad lingüística y de fe, que hacen del continente una “Patria Grande”. Con el regreso de Perón, Mugica tomó una postura crítica hacia la organización Montoneros, distanciándose de su cúpula dirigente. Públicamente los criticó y les atribuyó el crimen de Rucci: “En este momento, ¡para nada las armas! Para mí muchos de los guerrilleros tampoco son pueblo. Son pequeño-burgueses intelectuales que aprenden la revolución en un libro y no en la realidad, ¡y juegan con el pueblo! ¡Le quitaron la alegría tremenda de experimentar a Perón presidente! Un error tremendo de la burocracia montonera. ¿Quién mató a Rucci? ¡Los montoneros! ¡Lo sé! Los montoneros lo hicieron saber directamente”. Tras el ataque del ERP a la Guarnición Militar de Azul el 19/01/1974, Mugica dijo: “La violencia ejercida contra un regimiento del ejército, cuyo comandante en jefe es el Teniente General Perón, presidente de los argentinos, además de absurda, y antipueblo, es inhumana y anticristiana”. Carlos Mugica instó a la paz y a apoyar al gobierno constitucional de Perón. Como respuesta, la revista Militancia, órgano de Montoneros, en la sección titulada “Cárcel del Pueblo”, condenó a muerte a Mugica el 28 de marzo de 1974, 43 días antes de su asesinato.
Si algo caracterizó a Mugica, es que siempre estuvo en contra de la lucha armada. Él sostuvo que los Montoneros no eran peronistas, y por eso lo mataron. Años más tarde Galimberti, reconoció que lo habían matado, aunque los jefes montoneros lo negaron. Antonio Cafiero, reveló por primera vez en TV que el P. Mugica le había dicho 2 días antes de morir, que creía que podía ser asesinado por Montoneros. La noche del 11/5/1974, fue emboscado -después de celebrar la Santa Misa- cuando se disponía a subir a su auto frente a la iglesia San Francisco Solano del barrio de Villa Luro. Mugica estaba acompañado de su amigo Ricardo Capelli. Fueron atacados y heridos con armas de fuego por varios hombres. Esa misma noche Mugica murió en el hospital Salaberry del Barrio de Mataderos. Su asesinato y martirio hasta hoy no fue esclarecido. Los Montoneros acusaron a la Triple A, como autora material del mismo. Pero la verdadera historia dice que fueron los mismos Montoneros. Por iniciativa del equipo de Curas Villeros, el 9/10/1999, los restos del padre Mugica fueron trasladados a la parroquia Cristo Obrero, de la Villa 31, donde ejerció su apostolado. La ceremonia la celebró el entonces arzobispo metropolitano, Monseñor Jorge Bergoglio. quien imploró: «Oremos por los asesinos materiales, por los ideólogos del crimen del padre Carlos y por los silencios cómplices de gran parte de la sociedad y de la Iglesia». En estos días que el COVID-19 está pegando fuerte en las villas, barrios populares y vulnerables, los curas villeros tienen más que presente para enfrentar las Adversidades de pandemia, las últimas palabras del P. Mujica: “Sabemos que debemos estar ahora más que nunca junto al pueblo”.
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