Rosas

Rosas

martes, 1 de diciembre de 2020

El poderoso Mio Mio...

Por el Prof. jbismarck

Muchos factores pueden haber cambiado, o al menos torcido, el rumbo de la historia, la mayoría de ellos de gran envergadura, sin embargo la protagonista de este caso es un plantita pequeña.   El personaje principal de estos actos fue Juan Lavalle, militar de mucho corazón pero escasa inteligencia, llamado “una espada sin cabeza”.  Se dice que “el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra” ; Este es el caso de Juan Lavalle, que perdió tres batallas solo por no recordar, que no se puede hacer pastar a la caballada en campos donde hay Mio Mio o Romerillo, una especie silvestre que literalmente mata a los caballos cuando estos la consumen en grandes cantidades, y bien sabemos lo importante que eran los Escuadrones de Caballería en aquellas épocas.

Se le murió buena parte de su caballada en 1829 y a  causa de esto perdió dos batallas (Carrizales y Puente de Márquez), y 11 años después volvió a perder otra (Quebracho Herrado), por la misma causa. Luego del fusilamiento de Manuel Dorrego en 1828 y la autoproclamación de Lavalle como Gobernador de Buenos Aires, la Convención Nacional de las Provincia Unidas del Río de la Plata desconoció a ese nuevo gobierno, repudió el asesinato por alta traición contra el Estado (con que se quiso justificar su ejecución), y nombró  a Estanislao López jefe de las fuerzas que debían liberar a la provincia bonaerense.   Lavalle era, técnicamente, uno de los mejores oficiales de caballería del ejército, y había combatido en la guerra con el Brasil, las tropas de caballería con las que contaba eran aguerridos veteranos de aquella campaña militar. La caballería era decisiva en las guerras del siglo XIX, por lo que derrotarla era la clave para ganar una batalla. Lavalle se preparó para el combate y salió en busca de López.  Estanislao sabiéndose en inferioridad de condiciones para enfrentarlo, logró atraer a Lavalle retrocediendo con escaramuzas pero sin presentar batalla abierta, hasta la cañada de Carrizales, un sitio en donde el Mío Mío era abundante.  El Mío Mío es una planta silvestre que en sí misma no es venenosa. Su acción deviene de la simbiosis con un hongo, el cual es el auténtico responsable de la producción de sustancias tóxicas y que al ser consumido por el ganado en grandes cantidades, y luego de beber agua es letal.


Carrizales también conocida como Estación Clarke, fue epicentro del duelo militar que pasó a la historia como la Batalla de Mío-Mío o Batalla de Carrizales.  López contaba con baqueanos, conocedores no sólo de la geografía del territorio santafesino sino de su flora y su fauna. Gracias a ellos, López supo de esa planta local (también conocida popularmente como Romerillo), era de acción tóxica sistémica sobre el ganado. Fue este conocimiento lo que López utilizó astutamente contra la caballería de Lavalle.  López le colocó a su caballería morrales para impedir que consumieran la planta, y esperó la llegada de la tropa de Lavalle. Antes del combate, los fatigados caballos de los enemigos pastaron a gusto en la zona contaminada.  Al amanecer, los 600 jinetes unitarios se encontraron con los cadáveres de sus caballos. El regimiento unitario, superior en número y armamento que los federales, fue rápidamente diezmado.  Lavalle se vio obligado a retirarse hasta la Posta de los Desmochados (cerca de la actual ciudad de Casilda), donde se encontró con el General Paz que marchaba hacia Córdoba a derrotar su gobierno y a quien le pide refuerzos para encarar a López.  Paz solo quería cumplir su misión en Córdoba y marchó hacia allá, mientras que Lavalle regresaba a Buenos Aires.  Lavalle, sin caballada, se ve obligado a regresar, y asediado por López, con el apoyo de Rosas, es derrotado en la Batalla de Puente de Márquez (al norte de la actual ciudad de Buenos Aires). Estanislao López, dirá, con ironía, en el parte de batalla:

“El General enemigo, que ha abusado hasta el día de hoy hablando de nosotros con el lenguaje de la presunción y la arrogancia, fundado según decía en la elevación de sus conocimientos, en su valor y en la calidad de sus soldados, ha tenido desde hoy un motivo para ser más modesto”

Estanislao López se vio obligado a regresar a Santa Fe, debido a que el General José María Paz había derrocado al Gobernador de la provincia de Córdoba y podía intentar atacar su provincia en cualquier momento.  La batalla de Puente de Márquez fue la victoria federal que hizo posible que Rosas llevara la guerra contra los unitarios al interior del país, contando de su lado los enormes recursos económicos y humanos de la provincia de Buenos Aires.

La batalla de 1840:  Lavalle, decide influenciado por los intelectuales unitarios de Montevideo y con al “apoyo” de los franceses, hacerle frente a las tropas rosistas.

Derrotado casi sin luchar por Rosas y su prestigio en Bs As, Marchó entonces hacia Santa Fe, persiguiendo a las fuerzas federales, ocupando Rosario y la ciudad capital. Allí es detenido durante un mes por sus indecisiones y por el tenaz asedio de los santafesinos del ejército federal dirigido por el General Oribe.  En Cayastá y en Calchines, mientras esperaba salir del acoso, hizo pastar a su caballada en pastizales con Mio Mio, y perdió la mayor parte de las 20.000 cabezas que traía desde Buenos Aires.  Abandonó Santa Fe rumbo a Córdoba donde esperaba que Lamadrid le ayudara a recomponer la caballada y se dirigió hacia el lugar de encuentro perseguido de cerca por las fuerzas de Oribe.

La ruta habitual era vadeando el Rio Tercero (acompañando a la actual Ruta 9 hasta Villa María), pero Oribe se lo impide y debe ingresar por la ruta de Sunchales – El Tío, una zona de muy malos pastizales con Mio Mio y escasas aguadas. La travesía de Lavalle por la zona desierta de Mar Chiquita fue trágica.

Cuenta un ex soldado de Lavalle:

“Fue entonces que recibimos orden de montar para iniciar el camino de la sed y del desierto, escapándole a Oribe y a Pacheco y buscando a Lamadrid, para dar juntos la batalla definitiva. Casi sin caballos, diezmados en Los Calchines por el envenenamiento del mío-mío, nos arrastramos hacia Córdoba.

La persecución de Oribe fue tan intensa, que Lavalle (con el agravante de llevar un convoy de civiles anti rosistas desde Santa Fe), tuvo que detenerse a cada rato para obligarlo a formar en orden de batalla, aun cuando no pretendía presentar combate.  

“Prácticamente de a pie veníamos esquivando el bulto de la pelea hasta que no se pudo más. Oribe formó en batalla frente a la laguna del Quebracho Herrado y debimos clavar espuela para hacer lo propio. La situación era prácticamente insostenible. Nos jugábamos a ganar en la primera carga, porque después no tendríamos resto”.

Lavalle, picado por los federales de Oribe, se dirigió a la laguna y Posta de Quebracho Herrado (o Quebrachito), en el extremo oriental de la provincia de Córdoba, al sudoeste de la actual ciudad de San Francisco, punto donde tenían que hacer el alto y dar de beber a las tropas y a los caballos, ya que hacía cuatro días que algunos no comían ni bebían.

El 28 de noviembre Oribe, acompañado por el General Pacheco, lo alcanza con sus 5.000 hombres sobre los 2.500 de los cansados, hambrientos y desmoralizados soldados de Lavalle.

El resultado solo pudo ser uno. Mientras que Oribe pierde menos de 50 hombres, Lavalle pierde más de 1.500.  El nombre de Quebracho Herrado se debe a un robusto quebracho con un hierro clavado en el tronco, que se utilizaba como referencia para delimitar las provincias de Córdoba y Santa Fe. Lo paradójico de esta historia, es que en lugar donde se libró esta batalla, que marcó el principio del fin del General Lavalle, hoy e llama precisamente Campo Lavalle.

No sólo el campo de batalla recibió el nombre del General que luchó contra Rosas, la agrupación gaucha local se conoce como Fortín General Lavalle y la escuelita rural se bautizó General Lavalle.

El General Ángel Pacheco, comandante del ala derecha del ejército de Oribe, y verdadero ganador de la batalla, se quedaría sin el reconocimiento. 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario