Rosas

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sábado, 20 de marzo de 2021

ANGEL PACHECO Y PEDRO RAMOS....HÉROES EN EL DESIERTO

 POR EL PROF. JBISMARCK

El general Ángel Pacheco y el coronel Pedro Ramos fueron los más acti­vos y eficientes colaboradores de Rosas en la primera conquista del “desierto”.

Pacheco disponía de 900 hombres y probados jefes: Hilario Lagos, Antonio Ramírez, José María Flores, Fran­cisco Sosa y Juan José Hernández. Cruzado el Colorado llego al río Negro. Pudo derrotar al cacique Payllarén y gran parte de su tribu, con poca pérdida de su parte, pero contra !o esperado, no pudo sorprender a los indios reunidos en la isla Choele-choel, refugio del escurridizo cacique Chocorí, donde se estableció un destacamento. Mientras los agrimensores Chiclana y Descalzi se ocupaban de reconocer el territorio, Rosas recibía al naturalista Char­les Darwin en su campamento de Médano Redondo, llegado hasta esas regio­nes a bordo del Beagle (capitán Fitz Roy).




El cacique Chocorí no pudo ser capturado, por cuanto al ser cargado en su tol­dería por el coronel Martiniano Rodríguez, escapó con sus acompañantes dejando en el campo como trofeo para sus vencedores, su espada y la curiosa armadura que usaba, compuesta por cueros se­cos anudados a guisa de “cota de mallas”. Yanquetruz y Maulín, tampoco pudieron ser hallados.

Las duras condiciones en que se encontraba la columna forzó a Pacheco a establecer cuarteles de invierno, reponiendo el vigor de sus caballadas Sin embargo, otros jefes como los comandantes Lagos, Sosa y Hernández prosi­guieron sus exploraciones: el 16 de agosto fueron sorprendidos muchos indios y en el combate quedaron muertos los caciques Pichi-loncoy y Millao, y pri­sionero el cacique Paynén.

El 3 de septiembre el general Rosas resumió en carta al coronel Vicente González el resultado obtenido hasta entonces:

Para su satisfacción y la de los amigos, le diré que en este Ejército se conserva en todo su vigor la moral y rigores de disciplina, sin haber has­ta la fecha un solo desertor. Ya tenemos más de 600 prisioneros en chinas y chivitos, muchas cristianas libres del cautiverio, siendo a mi ¡uicio más de 800 los indios muertos desde que se abrió la campaña, pues es indeci­ble lo que ha rendido las matanzas de las descubiertas.

Pacheco llegó a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén en la proximidad de la Cordillera (46 leguas de Choele Choel), el punto más extremo alcanza­do por los cristianos. Una semana después estaba de retorno en la gran isla, y a mediados del mes siguiente de vuelta en el campamento de río Colorado.

Por su parte, el coronel Pedro Ramos, con 300 hombres y 100 indios au­xiliares llegó a los contrafuertes de la Cordillera Andina, según rezaban las instrucciones recibidas del Coman­dante de la División Izquierda.

El coronel Ramos retornó tras 40 días de campaña al campamento en Médano Redondo, tras vencer las inclemencias opuestas por el tiempo y la naturaleza, habiendo enviado a sus hombres hasta cerca del río Atuel, en Mendoza. En su regreso pudo capturar al cacique Cayupán con 45 indios que escapaban de una fuerza mandada por el mayor Leandro Ibáñez.

Rosas ya estaba al tanto del fracaso de las otras dos Divisiones: “Que lás­tima que hayan fallado el Centro y la Derecha y el Gobierno de Chile. Es in­dudable que ya estaría acabada la campaña si así no hubiera sido, o si en nuestra Provincia no hubiera tenido tan poderosos enemigos la expedición

Ro­sas efectuó un resumen de lo obrado por la División a sus órdenes, en carta del 12 de septiembre dirigida a su futuro consuegro Terrero, “mi querido ami­go y compañero Juan"

Aún no ha llegado la Derecha, y sigo con un puñado de soldados ha­ciendo la fatiga en toda la extensión de tan dilatado como escabroso de­sierto En Choele-Choel está la principal fuerza y los mejores jefes con Pa­checo. Tiene 900 hombres sin indios entre caballería e infantería. Ramos anda hoy cerca de la Cordillera, a 100 leguas de este punto con 300 sol­dados de caballería y 100 indios. Por allí los campos son pura piedra y montes. Por supuesto que esto es mucho más arriba del punto que debía ocupar la Derecha, que aún no ha podido llegar ni salir de sus primeras posiciones de San Rafael, a donde retrogradó por la flacura de sus caba­llos El Centro ya sabrás que no existe La orden del general Quiroga es propia de la fortaleza y grandeza de su alma Los esfuerzos y sacrificios que este hombre singular ha hecho son de gran valor y dignos del mayor reconocimiento.  Miranda anda con 120 soldados y 60 indios, a más de 100 leguas de distancia en rumbo al noroeste, por los campos linderos a los ranqueles.  Al mayor lbáriez lo he despachado hoy con 50 cristianos y 100 pampas con la orden de pasar el río Negro y correr el campo hasta 100 leguas al sud. No hay por ahí mas enemigos que el cacique Cayupán con algunos indios y muchas familias de las que han escapado escondidas. Si dá con los rastios los seguirá aunque sea hasta Chile, porque lo mando bien mon­tado.

Después de esto ya no me quedan aquí mas que 150 infantes, los ar­tilleros, y la gente que cuida las reses y caballos flacos, que siempre ten­go invernando. Ningunos caballos se han perdido hasta la fecha. Por el contrario, se han aumentado con los que se han tomado al enemigo. La gente come carne de yegua, y si tuviera yeguas en abundancia no necesi­taría vacas. Ya ves que a toda vela arriesgo con la poca fuerza que tengo, pero no hay mas remedio. Digo arriesgo, porque a tan largas distancias no parece prudente mandar tan pequeñas Divisiones, que hablando propia­mente no son otra cosa que partidas fuertes, con la imposibilidad de po­derse proteger.

Ya estaría acabada la campana si no hubiesen fallado el Centro y la Derecha, o si yo hubiese traído 1.000 hombres más.

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