Por Mario César Grass
En 7 de noviembre de 1863, Rosas está tan pobre, que se ve obligado a dejar su casa de Southampton para retirarse definitivamente al campo, donde vivirá con la mayor estrechez.
Entonces
escribe una patética carta a Urquiza, revelándole lo angustioso de su situación
y manifestándole que ha llegado el caso de aceptar los auxilios que antes
rehusara. Los admite en calidad
de préstamo pues está convencido de que
la justicia de su patria le devolverá, algún día, las propiedades que se le
mantienen confiscadas.
Ha de haber sido muy duro para el
orgulloso Señor de los Cerrillos, para el omnipotente antiguo dueño de vidas y
haciendas, doblegarse a este extremo, resignándose
a admitir la ayuda pecuniaria que su vencedor venía ofreciéndole desde 1858.
El texto de la carta aludida es el siguiente:
Exmo. Señor,
Capitán General Dn. Justo José de
Urquiza.
Southampton, Nbre. 7/863.
Exmo. Señor.
Desde que llegó a mis mános, la
muy apreciable de V. E. Fébréro 15 de 1859, que contesté el 8 de Abril, ningúna
cárta, ninguna contestación ni palabra alguna he recibido de V. E.
¿Por qué no me ha contestado V.
E.? ¿Porqué no me ha hecho conocer de alguna manera su desagrado por escrito o
de otro modo? ¿O no ha creido V. E. en mis palabras de la más pura amistad y de
respeto? ¿Cuál es, Exmo. señor, mi falta para no haber merecido de V. E. algún
aviso de recibo, alguna demostración ni palabra alguna? Permítame V. E. este
desahogo tan natural, y sin creerme ahora en el deber de tocar algo de
aquéllas, pasar sin demora al objeto de la presente.
Continuándo
privádo de mis propiedádes por tan lárgo tiémpo, me encuentro ya, precisaménte
obligádo a salir de ésta casa, a dejar todo, pagár algo de lo que débo, y
reducirme a vivir en la miseria. Y en tal estado si V. E. puede hacer algo en
mi favor, es llegado el tiempo en que yo pueda admitir las ofertas de V. E.,
para sacarme, o aliviarme, en tan amárga y difícil situación.
Cualquiera cantidad, o
cantidádes, que V. E. pudiera acordar a mi favor, haciéndolas entregar en Bs.
Ayres a los Agentes de los SS. G. F. Dickson y Compañía o a estos mismos SS. en
Londres, llegarán con seguridad a mis manos.
Lo que fuere lo devolveré a V. E. con el correspondiente interés, luego que me
fueran entregadas mis propiedades; y en mi muerte para ese tiempo, por mi
Albacea, a quien ya desde ahora encargo pagar esa deuda sagrada caso de
contraerse.
No
poco me cuesta molestar a V. E. con pedido de tal naturaleza, pero mi caso, tan
claro y notorio, me impone llamar en mi auxilio, por asistencia, pués creo que
debo hasta a mi Patria, no perdonar medio alguno permitido a un
hombre de mi clase, para no parecer ante
el extranjero en estado de indigencia, quién nada hizo para merecerla. ¿Y a
quién primero que a V. E. debo hacer conocer esta triste realidad y desengaño
de la gratitud de los Pueblos? ¿A quién primero, y ante todo, acudir por mi
remedio?
Sigo a V. E. con mis votos por su
aciérto, y por su felicidad, y quedo de V. E.,
Exmo. Señor,
JUAN
M. DE ROSAS.
Y ¿a quien comisiona don Juan
Manuel para entregar a Urquiza ese angustioso pedido de auxilio? ¿Cuál es el
amigo a quien el antes omnipotente Restaurador debe recurrir, en la adversidad,
para que ponga en manos de su poderoso vencedor esa súplica que ha debido hacer añicos su orgullo? ¿A quién ha elegido
aquel hombre sutil y desconfiado, para encargarle una misión tan personal como
dolorosa? Pues a Josefa Gómez, de cuya consecuencia ejemplar sigue recibiendo
comprobaciones inequívocas.
Buenos Ayres Enero 22, de 1864.
Exmo. Señor General Dn. Justo J.
de Urquiza.
Señor de mi mayor aprecio.
Tengo el mayor gusto de saludar á
V. E. pidiéndole me dispense si lo interrumpo en sus atenciones, pero no puedo
menos Señor, cuando es un pedido de un amigo desterrado en patria estrangera, mi
Señor amigo el General Rosas, quien como verá V. E. me pide en el adjunto
duplicado, me pide ponga personalmente en sus manos, carta duplicada que son en mi poder, a cuyo
pedido no puedo negarme, y para cumplido suplico á V. E„ se digne darme una
hora en su Estancia de San José para yo pasar á esa, y asi cumplir con los
deseos de aquel amigo. Para lo que espero se dignara darme su contestación.
Da» Josefa Gómez.
Continuando con la carta de
Urquiza de fecha 28 de febrero, es evidente que ella lleva un rayo de esperanza
al desvalido proscripto pues le
concreta, al fin, la ayuda prometida. La carta dice textualmente como sigue:
Señor Brigadier General D. Juan
M. Rosas.
Southámpton.
San José Febrero 28 de 1864.
Grande y buen amigo:
Conmovido por su deplorable
situación y consecuente a la petición de V. me es satisfactorio contestarle
que, de perfecto acuerdo en todas sus partes con lo que me expone en la precitada
que contesto, dispongo que anualmente se
le pasen a V. mil (1000 Libras Esterlinas) mientras me halle en posición de
hacerlo así, debiendo hacer los giros correspondientes por la vía de Buenos
Aires entregando los fondos a los Agentes de los S S.G. F. Dikson y Compa.
El Primer giro lo haré en todo el
próximo Abril. Siento no hacer más estensivo el acuerdo que V. solicita pero
juzgo que con esta cantidad, hará V. más soportable su difícil situación
No
habiendo sido ilusoria la apreciación que V. hace de mis ofertas, me es grato
saludarlo, deseándole felicidad y repitiéndome su afectísimo amigo y S. S.
JUSTO J. DE URQUIZA.
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