Este retrato se convierte en un verdadero ícono que recorre todo el período del segundo gobierno de Rosas. La miniatura entonces no muestra, en sentido simbólico, una mujer, no se trata tampoco de una primera dama sino de una igual que en su calidad excepcional de heroína inquebrantable sostiene el campo político de la fuerza gobernante.
Juan Manuel la amó como a ninguna y nadie lo amó como ella...fue su brazo derecho. Militaba, convencía, inducia, sugestionaba....era muy pasional, valiente e inteligente. Con Rosas en el "desierto", ella fue la gran figura política. Como lo relatan Pepe Rosa, Fermín Chávez, Manuel Gálvez o Don Julio Irazusta eran un matrimonio perfecto durante 25 años, hasta el fatídico 20 de octubre de 1838, cuando Encarnación falleció. El dolor fue desgarrador para Rosas. Se encerró durante horas con el cadáver y lloró sosteniéndola en sus brazos. Sus funerales fueron fastuosos. Buenos Aires jamás había visto algo así. Se impuso un luto de dos años. En 1925 el obispo Marcos Ezcurra relató: "El cadáver de doña Encarnación estaba en el mausoleo de Máximo Terrero, en nuestra Recoleta (…). La familia resolvió trasladarlo al sepulcro de los Ortiz de Rosas. Se preparó una urna para las cenizas. Suponíase que el cadáver estuviera hecho polvo. Habían transcurrido desde su muerte ochenta y siete años. Pero, cuál no sería la sorpresa de todos cuando al abrirse el ataúd vimos que el cuerpo de doña Encarnación estaba intacto, incorrupto, tal como si acabara de morir. Los cabellos, la piel de la cara y de las manos, conservaban su integridad, lo mismo que el resto del cuerpo (…) vestía el hábito de Santo Domingo con que doña Encarnación fue sepultada”. “Ochenta y siete años de tumba no bastaron a destruir el cuerpo de aquella mujer hondamente cristiana. ¡Qué digo el cuerpo! Ni siquiera el hábito, ni el peinado, ni las flores que el propio Rosas puso alrededor de su cabeza como un nimbo de santa, presentaban las huellas del tiempo. Todo estaba incólume. Hasta las flores secas podían reconocerse con facilidad. Muchos parientes se llevaron, como recuerdo, algunas. En las manos mantenía el rosario. Y en el rostro purísimo, sin una sola arruga, brillaba una suave sonrisa viviente. No pudo utilizarse la urna para sus despojos. El cadáver fue inhumado por segunda vez, tal como estaba, en la tumba de la familia Ortiz de Rosas, en la Recoleta".
Boveda de los Ortíz de Rozas: a la izquierda Encarnación y a la derecha (con bandera ) Don Juan Manuel.
Testamento de Rosas: Southampton, 28 agosto de 1862. En el nombre de Dios todopoderoso, y el de María, su Santísima Madre, yo, Juan Manuel Ortiz de Rosas y López, por el presente renuevo éste mi Testamento, que escribo en mi entero juicio, con mi propia mano, y completamente bueno...... Mi cadáver será sepultado en el cementerio católico de Southampton hasta que en mi patria se reconozca y acuerde por el gobierno la justicia debida a mis servicios. Entonces será enviado a ella previo el permiso de su gobierno y colocado en una sepultura moderada, sin lujo ni aparato alguno, pero sólida, segura y decente, si es que haya cómo hacerlo así con mis bienes, sin perjuicio de mis herederos. En ella se pondrá a la par del mío, el de mi compañera Encarnación. LA JUSTICIA A VECES TARDA...PERO SIEMPRE LLEGA.
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