Rosas

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sábado, 30 de mayo de 2020

El Congreso de Oriente

Por Carlos Pistelli

¿Hubo declaración o juramento independentista en Arroyo de la China?. No tenemos mayores registros de la reunión. Si uno sigue la línea de los congresos anteriores convocados por Artigas, el formalismo de esos tiempos requiere Jurar la Independencia, como pasa en Peñarol o Tres Cruces. Es decir, nadie discute la línea independentista del Patrón Oriental. Lo que se cuestiona en esta nota final, es el hecho de querer agrandar al Congreso de Oriente para nublar al de Tucumán.

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DATOS.

  Artigas hace referencia a la reunión en carta-respuesta a Pueyrredón, con respecto al informe de éste sobre la Declaración del 9 de julio de 1816, “Ha más de un año que la Banda Oriental enarboló su estandarte tricolor y juró su independencia absoluta y respectiva. Lo hará V.E. presente al Soberano Congreso para su Superior conocimiento“. Obsérvese que tampoco hace referencia, tal vez por error del escribiente o desmemoria del Caudillo, a Arroyo de la China o los Pueblos Libres, sino a “La Banda Oriental”. También es cierto que ninguno de los diputados que notificaron inmediatamente del inicio de sesiones (Andino y Cabrera) notifica a sus gobiernos de la declaración, ni tampoco el propio Artigas lo hace al Cabildo de Montevideo (con el que estaba en conflicto) el 30 de junio, ni tampoco en la carta que se cita a continuación, a Buenos Aires. Es decir, un día después de tamaña resolución, no se menciona el episodio trascendente que nos venden(mos) como tal.

   Como los registros de Archivo del Congreso se perdieron tras la invasión portuguesa, es posible que:

   Efectivamente se hayan perdido, destruido, o el propio Artigas haya tomado la decisión de destruirlos para que no cayeran en poder enemigo valiosos documentos. Piénsese que los portugueses le tomaron el cuartel general, no una, no dos, sino en tres oportunidades. Piénsese que Arroyo de la China fue destruida en 1818.

   O están atesorados en el Brasil, siempre dispuesto para guardar información precisa para ser utilizada en el momento más oportuno (para sus intereses, claro está)

  O, conociendo como se han manejado los primeros historiadores de la Región en el Siglo XIX, hayan sido destruidos a propósito.

Entonces, ¿Qué carajo pasó en los casi cincuenta días reunidos?.

Artigas busca la Unión Independentista.

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Como se ve en la carta que grafica este párrafo, Artigas le dice a Álvarez, Ansioso siempre del restablecimiento de la concordia he puesto en ejecución todos los medios, y reuniendo a este fin el Congreso General de los Pueblos y Provincias que se hayan bajo mis órdenes y protección, penetrados todos de exigencia tan santa, resolvieron enviar cerca de V.E. una diputación para tratar tan importante negocio (…) Ya espero que V.E. tendrá la dignación de ver en este paso una muestra de mis ardientes deseos para restablecer la fraternidad y la unión. Una unión tanto más preciosa que no hay un solo motivo que no se emplee en mandarla, y cuyas consecuencias bienhechoras deben hacernos dignos a todos de la regeneración de la América, y de las bendiciones de la posteridad, que la filantropía sea lo que caracteriza nuestra gloria, y nos presente el laurel, y que anunciemos al mundo edificado entre nosotros el templo augusto de la paz para nuestros mutuos anhelos”.

  Era una gran carta, para una gran consolidación de la Causa futura, como solía decir Artigas en la pluma de sus primeros escribas. Lamentablemente, el “capón” que mandaba en Baires, no era quien efectivamente mandaba, ni tenía “la dignación” que Artigas le pedía.

  El Congreso envió esa delegación ante Álvarez Thomas, y sufrió un destrato diplomático que enervó a Artigas: Si yo amo la paz tampoco temo la guerra… Si al recibo de ésta no pone en cualquier punto de esta Banda a los diputados, daré principio, a las hostilidades de un modo escandaloso”. Era la guerra, La triste guerra civil. 

Clausura del Congreso.

   No pasó más nada en Arroyo de la China. Artigas cruzó el charco (el 30 ya estaba en Paysandú nuevamente), con los diputados acompañándolo en su campamento volante. El 12 de agosto, al conocerse el fracaso de las negociaciones con Buenos Aires, clausuró el Congreso. El agrandado Congreso de Oriente, había finalizado.

Importancia del Congreso.

  No caben dudas que los intentos organizativos de Artigas fundan una Nación Popular, aunque otra sea la historia que nos quieran contar. Del Congreso el cual hablamos, hay diputados de las tribus originarias que respondían a su mandato, elegidas por sus pueblos, y que comparten tareas con algunos “copetudos” que nunca faltan. Es que Artigas creía en la voluntad popular como ninguno de los próceres de la Independencia. Podríamos agregar, a una de las tantas adjetivaciones que se hacen de su carrera, que su Revolución, “Es la Revolución de los Cualquiera”: No hace falta ser un doctor, con apellido de abolengo (él mismo tiene uno), médico, funcionario, militar de prestigio. Hace falta sentir la Patria. Ésa por la que morían y peleaban quiénes lo siguieron, A Él, y a tantos otros grandes de la Epopeya, como San Martín, Belgrano, Güemes. Los sueños de los Pueblos conjugan realidad, y los Caudillos elegidos (algunos se ‘hacen’ elegir) lideran los procesos. Peones, capataces, sin tierras, vagos, perseguidos, presos por causas ilícitas, pescadores, copetudos, curas, negros, zambos, mulatos, blancos, indios. Es la Revolución que esbozan los cualquiera, porque cualquiera debe luchar por su Patria, y más cuando la conduce el inquebrantable José Artigas.

  La convocatoria del Congreso, y su breve reunión, establece en el Río de la Plata:

  1. La Democracia Popular mediante el sufragio universal masculino, Hito americano de proyección mundial.

  2. La Confederación de los Cabildos, que es diferente a la Federación de los Estados Provinciales que se firma el 4 de Enero de 1831.

  3. Y la posibilidad de un proyecto social y cultural, político, que contemple a las mayorías como libres realizadoras de su Destino, mediante una política económica (La Ley de Tierras de Septiembre), que pone al Estado como regulador de la economía, a la política como realizadora del Quehacer Nacional, y al Pueblo como artífice de la Causa Grande Americana.

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 Todo eso, es el Congreso de Oriente. Aún en la imposibilidad de encontrar sus actas, el Proyecto de una Nación que fenece en el tratado de Pilar, para dar nuevas esperanzas, porque la Argentina, es una esperanza eterna.

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