Por el Prof. Jbismarck
A los pocos días del regreso de la exitosa misión
diplomática al Paraguay, el Gobierno Provisional de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, conocido históricamente como el Triunvirato confiere a Belgrano: “(…) el empleo
de Coronel de los Regimientos que se han llamado números 1 y 2 y serán en adelante
Regimiento Nro. 1 de Patricios (…)”. En el oficio de nombramiento se enfatiza, respecto
de Belgrano: “(…) el mérito, la aptitud y la idoneidad que el gobierno se lisonjea en
hallar a Vuestra Señoría (…)”. El estado moral, la disciplina y hasta el estado físico del regimiento de Patricios,
no reflejaban el espíritu y el obrar que lo distinguiera en las invasiones inglesas y
durante la “semana de mayo”.
El doctor en historia doctor Ernesto J. Fitte, autor del
libro: “El motín de las trenzas” nos revela el estado del Regimiento de Patricios, en
oportunidad del nombramiento de Belgrano:
“(…) Es evidente que Belgrano no podía sentirse muy orgulloso del aguante
demostrado por su Regimiento (…) La razón principal de esta falla en la resistencia
física, debemos atribuirla al estrato social de donde provenían los soldados del exRegimiento de Patricios. Constituido por orilleros o compadritos del arrabal, no
reunían las condiciones de los soldados de otros cuerpos; gente de los suburbios
de Buenos Aires, no estaban acostumbrados a la vida de privaciones. Aunque
criollos y valientes, diferían con los paisanos de la campaña, que una vez
incorporados a las filas eran capaces de sobrellevar toda clase de penurias, sin
emitir protesta alguna. Resulta evidente que esos hombres, enviciados con la vida
sedentaria del cuartel, carecían del adiestramiento. Las necesarias medidas de orden y disciplina adoptadas por el nuevo jefe,
tendientes a devolverle su estado profesional, y suprimir su exacerbada injerencia
militar en las decisiones políticas de Estado, resultaron en la noche del 6 de diciembre,
del amotinamiento en el cuartel de las “Temporalidades” (Expropiedades materiales o
“temporales” de los jesuitas), asiento de paz del regimiento, de una fracción importante
de suboficiales y soldados. Esta sublevación conocida como el “motín de las trenzas”,
por la coleta que los Patricios portaban con orgullo y distinción, y que Belgrano había
ordenado su corte, como necesaria medida disciplinaria, de modestia e higiene, fue
rápidamente reprimida. Belgrano no vio mayores movimientos, pero apenas una hora después se le comunicó que había estallado un motín. Los soldados se apoderaron de la guardia y del arsenal del cuartel, expulsando del mismo a los oficiales. Belgrano fue rechazado e informó de los hechos al gobierno. Al que exigían:1º Que se los trate como fieles ciudadanos libres y no como tropas de línea.
2º Pedían al Sr. Don Antonio Pereyra por coronel del regimiento, excluyéndose a Manuel Belgrano.
3º Pedían por mayor del regimiento a Don Domingo de Basavilbaso, excluyéndose a Don Gregorio Perdriel.
4º Que se extinga el ayudante Don Pedro Banfi.
5º Que fueran indultados todos los presos que existían en sus calabozos.
6º Se asegura la vida de VS.
7º Que se asegure las de ellos bajo palabra de honor.
8º Hasta proveer la resolución de VE queda apresado como rehén Don José Díaz.
El triunviro Feliciano Chiclana recibió el petitorio, pero puso como condición que antes de proceder a su estudio el regimiento debía deponer las armas. Interpretando que la aceptación de esa condición hubiera sido rendición sin alterar las garantías exigidas, esto fue rechazado. Las tropas de los demás regimientos cercaron al cuartel de los patricios, que estaba peligrosamente rodeado de edificios. Tras las mediaciones infructuosas de J. J. Castelli y del obispo Benito Lué, el gobierno ordenó reprimir el motín.
La represión, rápida, violenta y efectiva, estuvo a cargo del coronel José Rondeau y del teniente coronel Miguel Estanislao Soler. El cuartel fue atacado por sus cuatro costados e incluso hubo tiroteos involuntarios entre las numerosas fuerzas de atacantes. Finalmente los rebeldes fueron dominados. No se informó del número de bajas entre éstos, pero en cambio se informó que los atacantes tuvieron 8 muertos y 35 heridos.
Pocos días después, 10 soldados y suboficiales fueron condenados a muerte como cabecillas del motín, fusilados y colgados en la vía pública el 11 de diciembre.
El regimiento pasó a ser de línea y sus soldados condenados a servir en él por muchos años. Todo el control de la fuerza militar pasó al Triunvirato. Como consecuencia secundaria, el gobierno acusó a la Junta de Observación, especialmente al Deán Funes, de haber apoyado el motín. Por orden directa del Triunvirato, los diputados del interior fueron expulsados de la Capital. La
intencionalidad política que como trasfondo tenía el motín, y que fue determinado
durante el proceso militar sustanciado, fue concluyente a la hora de fijar las condenas.
A 20 de los implicados se los condenó a cumplir penas que iban de 4 a 10 años de
prisión en la isla Martín García. 11 sargentos, cabos y soldados fueron fusilados a las
ocho de la mañana del 10 de diciembre.
Este mismo día, Belgrano remitió un oficio al gobierno central proponiendo la
urgente: “(…) necesidad, o de disolver el regimiento de Patricios, dando destino a la
gente [soldados] entre los demás de la guarnición, (…) o prescribirle una nueva forma. El triunvirato aplicó la resolución menos trágica. El regimiento fue profundamente
reorganizado,6 y además se le impuso una dura sanción a su arrogante orgullo: perdió
su número 1 (el Uno grande), renumerándolo como regimiento Nro. 5, y además le fue
retirado la exclusividad en el uso del nombre de “Patricios”, y con esta medida, se los
privó del distintivo que portaban en su brazo, que identificaba a la ciudad que los vio
nacer, y que tanto reconocimiento recibiera como esa: “(…) tropa de escudo al brazo
tan valiente y generosa (…)”, por parte los invasores ingleses durante las jornadas de
julio de 1807. El gobierno también considero necesario la imperiosa necesidad de asignarle a este
regimiento una misión operativa fuera de Buenos Aires. En efecto, prolongar el
acantonamiento en la ciudad no iba a favorecer el restablecimiento de su espíritu militar.
El Triunvirato, con sano criterio, creyó pues que el mejor remedio a esos males era
hacerlo entrar en acción, arrancándolo del foco de las intrigas, la ciudad de Buenos
Aires.
La oportunidad se presentó con la situación militar existente en la vecina ciudad
de Montevideo (Uruguay). Reiterados informes de inteligencia que obraban en el seno
del poder ejecutivo indicaban que los realistas tenían proyectado incursionar por el
Paraná, para asestar un golpe sorpresivo y espectacular contra alguna población
ribereña del litoral.
Se hacía preciso, por lo tanto, que una fuerza expedicionaria llevase tranquilidad
a los centros poblados indefensos, ubicados a la vera del gran afluente del río de la
Plata. Acorde con ello, el coronel Belgrano recibió indicaciones en el sentido de alistar
su regimiento, procurándole los elementos necesarios para salir a campaña de
inmediato.
Era una ardua labor. El regimiento estaba reducido a un estado esquelético,
disminuidos sus efectivos debido a los 380 prisioneros tomados al rendirse, de los 8
muertos y 35 heridos, de los dados de baja y sentenciados, sin contar los numerosos
fugados o desertores que aprovecharon la confusión para desaparecer, y todavía no
habían sido capturados. Sin embargo, lo peor radicada en el desquiciamiento del
cuadro de suboficiales, verdaderos ejecutores del alzamiento; por el contrario, habiendo quedado reducido a menos de la mitad el número de soldados, sobraban capitanes y tenientes que hubieron de ser transferidos a otros cuerpos. Al hacerse cargo Belgrano, los efectivos del Regimiento ascendían a 1.305 infantes y 200 granaderos, organizados en
diez compañías, distribuidas en ocho de fusileros, una de granaderos y una de cazadores. Para completar la historia respecto de la pérdida del nombre de: “Regimiento de Patricios” y de su primigenio número
1, Belgrano no dejo de reclamarlo. Este clamor fue escuchado, y por fin, por decreto del Primer Triunvirato, el Regimiento número 1 de Patricios fue reivindicado, restituyéndole su nombre:
“Patricios”, y su histórico número 1.
Muy buen relato. Felicitaciones
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